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Publica El País (Uruguay)

 

El poeta del rascacielos

 

Por Sabina Arigón

 

Chicago ya era una ciudad pujante, con un desarrollo industrial creciente, capital del Midwest americano. Un centro de distribución económica entre los grandes lagos y el interior del país. Un nudo ferroviario que comunicaba la costa Este, "civilizada y europea", con el lejano Oeste, "salvaje y desconocido".

 

 Una vez pasado el impacto que causó el incendio, comenzaron las obras de reconstrucción. Debía dotarse a la ciudad de los edificios básicos para su funcionamiento. En las áreas centrales de Chicago se dispararon los precios, y la población residente fue desplazada a los suburbios. El trazado de la ciudad, a su vez, no tenía ningún misterio. Era una simple y anónima cuadrícula, reflejo del pragmatismo americano a la hora de proyectar sus ciudades y que se puede resumir como una operación aritmética: la división aplicada a una mercancía más, a la que había que extraer los máximos beneficios. No había ninguna traba legal salvo la prohibición expresa de construir con madera.

 

Empezó la experimentación edilicia. Los técnicos, ingenieros y arquitectos pusieron rápidamente manos a la obra, tratando de encontrar una solución rápida, segura y eficiente desde el punto de vista financiero. Surge así "La Escuela de Chicago" y, con ella, nace el rascacielos. Comenzaba el último tercio del siglo XIX. Cuatro años más tarde, en pleno fervor constructivo, el joven Louis Sullivan llegó a Chicago.

 

UN JOVEN SOÑADOR

 

 Louis Henry Sullivan nació en Boston el 3 de setiembre de 1856. Sus primeros años transcurrieron en varias ciudades por el trabajo de sus padres. Parte de su niñez también la va a pasar en la granja que sus abuelos compraron en South Reading, Massachusetts. El contacto frecuente con la naturaleza, la vida un tanto solitaria y sin apego a un lugar en especial lo harán un niño solitario, observador e interesado por diversas cuestiones.

 

En 1869 sus padres se instalan en Chicago, pero Louis se va con sus abuelos a Boston. Quiere ser arquitecto. En sus memorias (The Autobiography of an Idea, 1922) Sullivan recuerda al profesor Moses Woolson, un hombre talentoso que percibió la capacidad intelectual de este joven y lo incentivó a que ingresara al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) cuando aún no había terminado los estudios. En esos años el MIT era la única escuela de arquitectura en Estados Unidos. En 1872, con apenas 16 años, aprueba el examen para ingresar al MIT, siendo admitido como estudiante especial. La mayoría de sus compañeros le llevaban casi cinco años. Pero se aburre rápidamente. La forma de enseñanza era similar al modelo que se dictaba en la École des Beaux Arts de París. Louis aprendió a conocer los órdenes y sus elementos, o sea, el vocabulario arquitectónico clásico. Pero no era esto lo que buscaba.

 

Se traslada primero a Nueva York y luego a Filadelfia. Sigue disconforme. A fines de 1873 se instala en Chicago, donde encuentra la ciudad en plena reconstrucción. Las oficinas de los arquitectos trabajan febrilmente. Logra entrar como dibujante en el estudio del ingeniero William Le Baron Jenney, que en los años siguientes sería reconocido como unos de los pioneros en el diseño de edificios en altura sustentados con estructura de acero. Pero Sullivan sentía que le faltaban conocimientos teóricos y parte a Europa en 1874. Se instala en el Barrio Latino de París, donde estudia intensamente durante un mes y medio para poder aprobar el exigente examen de ingreso a la École. Logra ingresar y pasa unos meses en el atelier Vaudremer, "la más maldita pocilga de cerdos en que jamás he entrado", según sus propias palabras. Sigue con los órdenes clásicos: más de lo mismo. Vuelve a Chicago en 1875 y allí se instala en forma definitiva.

 

LA ESCUELA DE CHICAGO

 

 Uno de los desafíos que los técnicos tenían que resolver era lograr edificios que fueran seguros y rentables, porque así lo exigían las corporaciones económicas instaladas en Chicago. El alto costo de los predios demandaba una máxima ocupación del suelo. Para ello se buscó alcanzar mayor altura para aumentar el aprovechamiento del solar y por ende obtener mayores beneficios económicos. Los adelantos técnicos, como el perfeccionamiento del ascensor, la experimentación con el hierro, el acero y las nuevas técnicas constructivas, colaboraron en el surgimiento del rascacielos. Como dirá Emilio Cecchi, "el rascacielos no es una sinfonía de líneas y masas, de fuerzas y resistencias; es, más bien, una operación aritmética, un multiplicación".

 

Entre los pioneros de lo que se denominó La Escuela de Chicago (1880-1983 aprox.) se encontraba el citado William Le Baron Jenney. Pero también estaban los estudios de William Holabird & Martin Roche, Daniel Burnham & John Root, y la firma que consolidaría a Louis, el estudio Adler & Sullivan.

 

En 1879 Louis Sullivan entra a trabajar en el estudio del ingeniero alemán Dankmar Adler, quien queda sorprendido por las habilidades artísticas de este joven. Tal es así que en 1881 pasa a ser medio socio, y en 1883 se convierte en socio. Forman la firma Adler & Sullivan. Adler tenía en ese entonces 38 años y Sullivan 26.

 

Ambos conformaron una dupla que funcionó muy bien hasta 1895. Adler era un reconocido ingeniero y constructor. Se encargaba de la parte más técnica. "Era un hombre fornido que caminaba con pies planos. Se desplazaba entre las mesas pero se detenía de cuando en cuando con aire paternal", recuerda Frank Lloyd Wright, quien trabajó en el estudio desde 1889 hasta 1893, convirtiéndose en la mano derecha de Sullivan.

 

A diferencia de Adler, Sullivan se encargaba de la composición y la estética. Wright recuerda que "caminaba con aire pomposo, parecía pavonearse… Cuando caminaba alrededor del salón, inspeccionando el trabajo de los dibujantes, sus ojos oscuros parecían traspasar tanto a la persona como a la obra. Muchas veces criticaba cáusticamente y en voz alta el dibujo de sus empleados…". Fumaba mucho y tenía los dedos amarillos por la nicotina. Blasfemaba y bebía, pero a pesar de ello Wright lo admiraba por su espíritu independiente y libre.

 

El primer gran encargo del estudio fue el Auditorium Building en el año 1887, que incluía un auditorio para 4.200 personas, un hotel con 400 habitaciones, una torre con 136 oficinas, comercios, etc. Lo que impactó fue la solución acústica y estética del auditorio, que recibió elogiosas críticas. La ornamentación, a cargo de Sullivan, resultó en uno de los interiores más ricos y finos de su carrera. La iluminación está pensada para ser parte de la estética y el ornamento. Sullivan decía que la ornamentación, tanto exterior como interior, debe ser parte de la propia estructura del edificio, y no ser deudora de estilos del pasado (algo común en esos años). A partir de esta obra, revestida en granito y piedra caliza, comienza la etapa más fructífera de la oficina Adler & Sullivan.

 

FORMA Y FUNCIÓN

 

 Por estos años Sullivan maduró su pensamiento arquitectónico. Desde su juventud fue forjando sus ideas sobre cómo debía ser la arquitectura y en especial la de EE.UU. Hablaba de su filosofía arquitectónica, sobre todo con su joven amigo Frank Lloyd Wright. De los colegas americanos contemporáneos admiraba a Henry Hobson Richardson porque había intentado hacer edificios acordes a la época, a pesar de que había optado por un neomedievalismo austero. Los arquitectos, según Sullivan, debían abandonar la monumentalidad para crear formas nuevas que expresaran su época, que fueran una expresión de la vida social. La arquitectura norteamericana, en particular, debía ser "la arquitectura de la democracia". Se irritaba al ver que se construían edificios con torrecillas, pináculos o arcos, imitando estilos extranjeros o anquilosados. "En Chicago da uno con una civilización distinta en cada esquina", comentó en alguna ocasión. "Mi principal preocupación es la verdad".

 

En 1890 el estudio recibe el encargo del empresario Ellis Wainwright para que le construyan un edificio de oficinas de alquiler de 10 pisos en St. Louis. En esos días a Sullivan le preocupaba la estética del edificio en altura. Estaba convencido de que este tipo de edificio requería de un diseño nuevo. Sullivan entrevió que el rascacielos era un símbolo de la cultura americana y por lo tanto una oportunidad para crear algo nuevo, autóctono, que expresara su época.

 

Llegar a la solución no fue fácil. Luchó varios días haciendo bocetos y tirándolos a la basura hasta que un día entró a la oficina de su ayudante Wright y le mostró un dibujo. "Ese fue un gran momento para Sullivan", recuerda Wright. "Yo era perfectamente consciente de lo que había sucedido". El rascacielos como nuevo tipo arquitectónico, con una belleza propia, intrínseca, había nacido. Sullivan realza con fuerza las componentes verticales de la estructura del edificio. Retrae los elementos horizontales y el énfasis vertical del edifico se expresa con claridad. El tratamiento exterior es realizado con placas de terracota rosada diseñadas por el propio arquitecto, lo cual le da al edificio elegancia pero también protección a la estructura de acero contra el fuego, algo exigido por las nuevas normativas contra incendios.

 

Seis años más tarde Sullivan pone por escrito su teoría sobre el rascacielos en uno de sus ensayos más famosos, "El edificio de oficinas en altura artísticamente considerado". Allí expone que este edificio debe tener tres funciones claramente diferenciadas: la planta baja y el primer nivel que están en contacto con la gente y donde se encuentra el acceso claramente marcado, los lugares comunes, los comercios, etc. Una segunda parte, el cuerpo del edificio, conformado por una serie de pisos iguales donde se encuentran las oficinas que deben tener la máxima iluminación posible. Y por último, un ático en el techo donde albergar la sala de máquinas (sala de ascensores, bombas, etc.) y que debe explotarse para obtener un remate contundente del edificio. Como último requisito, la fachada debía estar tratada armoniosamente, dándole unidad al diseño.

 

Además, Sullivan trata otro concepto fundamental: "Cada edificio debe expresar el impulso original o idea, que impregna la masa y cada detalle". En el caso del rascacielos, Sullivan aclara que la idea en el edificio en altura "es noble… Tiene que ser alto...". Hoy puede resultar obvia esta observación, pero si se pone en el contexto de la época -en el cual aún se estaba experimentando-, Sullivan muestra una notable visión de futuro. Y llega a su "fórmula final". Afirma que todas las cosas en la naturaleza tienen una forma que expresa su vida interior y cuando se analizan revelan la "esencia de las cosas… Cuando la función no cambia, la forma no cambia… Es la ley que impregna todas las cosas… La forma siempre sigue a la función…. Es la ley. Lo que existe en el espíritu busca y encuentra siempre su contraparte en la forma, su imagen visible".

 

Con el Wainwright Building y luego, en 1895, con el Guaranty Building (trece pisos en Buffalo, Nueva York) "la forma sigue a la función" había entrado en la Historia de la Arquitectura. En el Guaranty la búsqueda del énfasis de la verticalidad se logra finalmente. Una cornisa contundente remata el edificio. Las bases para el rascacielos de estructura de acero están plasmadas. Sullivan abre uno de los caminos a seguir. No será el único válido.

 

Los problemas. Hasta 1895, año en el cual se disuelve la sociedad, Adler & Sullivan reciben más de un centenar de encargos entre rascacielos, teatros, residencias particulares, fábricas y comercios. La fama de Sullivan ya había cruzado el Atlántico; y su teoría del rascacielos y su famosa cita sobre la forma y su función ganó adeptos pero también detractores. Era llamado para dar charlas y conferencias. Era reconocido como uno de los grandes arquitectos de su época.

 

Debido a la crisis económica de 1893, la sociedad con Adler se disolvió en 1895. No había casi trabajo y Adler tenía esposa y tres hijos que mantener. Sullivan nunca le perdonó a Adler que se separaran; lo consideró una deslealtad. Se quedó con la oficina que tenían en la torre del Auditorium Building y Adler se alquiló otra unos pocos pisos más abajo.

 

Dankmar Adler muere el 16 de abril de 1900 a los 55 años. Lo que resta de la carrera de Sullivan hasta su muerte, en 1924, fue una lenta agonía. Entre 1895 y 1922 solamente ejecuta 31 proyectos. Unos pocos fueron importantes. El que quizás más se destaca es el proyecto para la tienda Schlesinger & Mayer Department, realizado entre 1898 y 1902, hoy llamada Carson, Pirie, Scott.

 

Este edifico es el más elogiado por el crítico Lewis Mumford en su libro Las décadas oscuras. En estos grandes almacenes el diseño de la fachada es muy elocuente. Sullivan distingue dos partes. El basamento, lo que el peatón percibe -el cual es ornamentado con un trabajo finísimo en hierro en el que se pueden ver nexos con la estética del Art Nouveau- y los pisos superiores, que contrastan fuertemente por la desnudez de su fachada y por el tratamiento rítmico de las ventanas. Sullivan logra un equilibrio entre horizontales y verticales que es rematado por el contrapunto que se logra con la esquina curva. Es quizás la obra más lograda de Sullivan.

 

LA CAIDA

 

 En 1899 se casa con Margaret Hattabough pero ella lo abandona en 1906. Por esos años, la falta de trabajo, la frustración y la incomprensión que siente hacia sus ideas lo sumen en la bebida. Se vuelve un hombre amargado y solitario. Obligado por sus necesidades económicas y por las deudas, en 1909 subasta los artículos de su hogar y gran parte de su querida biblioteca. Vende sus libros de Walt Whitman, de Horatio Greenough, de Ralph Waldo Emerson que colaboraron a formar su pensamiento trascendentalista y romántico. En 1910 debe vender su casa de descanso en Ocean Springs, que él mismo había diseñado y construido en 1890 y que le proporcionaba el contacto con la naturaleza que tanto disfrutaba.

 

Hacia 1918 no podía pagar un alquiler y de los casi 50 dibujantes que tuvo en algún momento apenas tenía uno. Muchos de sus días los pasaba en el antiguo club del cual había sido socio y donde le permitían pasar y usar un escritorio para que trabajara.

 

Si pudo sobrevivir fue gracias a la ayuda de unos pocos amigos: Sidney Adler, hijo de su socio, Max Dunning, Nimmons Georg y Frank Lloyd Wright, con quien se había peleado hacía muchos años, pero con el que mantenía contacto. A pesar de las diferencias que tenía con Sullivan, Wright siempre lo admiró y le llamaba "Lieber Meister" (Querido maestro).

 

Pasó los últimos años de su vida en la más absoluta pobreza en un hotel de segunda al sur de Chicago. Sus amigos pagaban sus cuentas, le daban algún dinero y hasta le llevaban la comida. Richard Neutra, que lo conoció poco antes de morir, recuerda que le dijo: "Estoy muerto. Estoy hecho una ruina y todo el mundo se ha olvidado de mí". No lo ayudaron su carácter fuerte, su poca cintura para negociar, sus observaciones cáusticas y su arrogancia. Ser consecuente con sus ideas lo llevó a rechazar trabajos o a espantar posibles clientes.

 

Finalmente, el 14 de abril de 1924 muere como consecuencia de una enfermedad renal. Es enterrado en el cementerio de Graceland de Chicago junto a su padre y su madre. Sus amigos pagaron su funeral. En la nota necrológica del New York Times, se lo llamó "el decano de los arquitectos americanos". Con el correr de los años las revistas de arquitectura y los libros de historia lo reconocerían. Fue recordado como el hombre que creía que la arquitectura era un acto social, que la naturaleza era la mejor guía para el diseño, pero sobre todo por ser el primero en darle al edificio en altura un sistema estético coherente.

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